Miguel de Rey
En la arquitectura de A. de la Sota en sus casas de recreo en Alcudia aparecen los signos tópicos y propios de una cultura de ocio actual. La naturaleza se ha transformado en paisaje, ha tomado un compromiso cultural. El espacio no es finito, se acota, podemos ver el horizonte, pero él está fuera de nuestro lugar limitado y concreto.
Templo de Segesta ubicado en la isla de Sicilia, podría ser considerado un lugar, al entenderse como un territorio culturalmente colonizado y cargado de significados. Concebido para ritualizar un lugar; un templo que se torna necesario para concretar el paisaje, de esta manera, la construcción del templo estabiliza y concreta la definición del lugar.
El concepto de lugar incide sobre la arquitectura, y esta incidencia refleja aquellos procesos de equilibrio precario que existen entre naturaleza y cultura a lo largo del tiempo. Se entiende así al lugar como concepto donde sus cualidades se complementan con el concepto de espacio. De esta manera lo concreto y lo abstracto aparecen en la propia génesis de la arquitectura.
Los lugares de Alcudia o Segesta se entienden con atributos contrarios, se basan en las cualidades de las cosas, del mar, del tiempo libre, de la sustantivación de una colina en un paisaje creado por el propio acto de ubicar el templo en la naturaleza. El lugar se entiende como aquello que fluye en una atmósfera y que se materializa en relaciones concretas entre las cosas, entre los accidentes geográficos, entre el hombre y la naturaleza.
El Panteón en Roma, nos muestra un espacio que participa de la abstracción, que intenta trasplantarnos al mundo de las ideas. Se trata de un espacio lógico, matemático, científico, que se convierte en una construcción mental.
Másivo y ligero, compacto y vacío, estático y dinámico, son maneras distintas de aproximarse a la idea de espacio en arquitectura; entendido el espacio como la materialización de una idea abstracta y genérica, próxima a la idea platónica de espacio. La aproximación a la idea de lugar y el concepto del espacio, nos acercan a la problemática donde se mueve la cultura arquitectónica del S. XX, con sus paradigmas espaciales, con su caracterización apoyada en el lugar.
Centrándose en la búsqueda de un espacio abstracto e ideal, o en todo lo contrario, refugiándose en un cierto organicismo. La forma es así justificada desde el funcionalismo, o la segunda huyendo de un agotamiento expresivo y buscando el carácter en lo vernáculo, en lo físico, o en la historia. Espacio y lugar son los escenarios mentales o físicos, donde se desarrolla una aventura arquitectónica que en cualquier caso intenta no ser estilística y donde la arquitectura se entiende en cualquier caso como particular, bien por su programa, o por el carácter que le imprime el lugar.
El organicismo de F. LL. Wright nos ofrece un punto de partida fructífero para la arquitectura al intervenir sobre una naturaleza artificial, en ese territorio creado por los colonos norteamericanos. Construye en un lugar sin contradicciones y sobre un paisaje creado por la agronomía y la máquina. Incluso en su casa de la cascada aparece una arquitectura clara, rotunda, próxima a la afirmación tecnológica
La tradición norteamericana se aproxima desde facetas distintas a la idea de lugar pero en cualquier caso está presente la idea de colonizar, de crear nuevas colonias que a pesar de la proximidad con la tierra, con lo natural, presentan una cierta contraposición entre arquitectura y naturaleza. Casas como la Kaufmann de R. Neutra en el desierto, donde las luces interiores de las estancias fotografiadas desde el exterior nos muestran la existencia de una vida que se complementa con la figura de una mujer sobre la piscina, en una noche americana sobre el desierto imponente.
La consolidación de la idea de lugar como transformación, enlazando de alguna manera con una cierta visión clásica, se consolida a partir de la conocida metáfora del puente de M. Heidegger: "El lugar no existía antes de la construcción del puente..., se origina a partir del puente" marca decididamente el concepto de lugar
La frase de A. Siza "los arquitectos no inventan nada, solo transforman la realidad", nos sitúa en las coordenadas de la construcción de un lugar, ese lugar que existe en la mente del arquitecto y se genera de la aprensión de imágenes y sensaciones, de voluntades, de historia, de capacidad plástica de lo existente.
La idea de transformación está muy presente en la cultura contemporánea, donde el lugar adquiere la condición de motor, de generador de flujos, en una espera que como dice E. Chillida "el lugar esta esperando a ser modificado“. La casa se convierte así en un lugar existencial, concreto, empírico, definido por unas personas y unas circunstancias, es un lugar en el sentido aristotélico de que "todo cuerpo sensible esta en un lugar"
La idea de lugar, en nuestro momento cultural, cada vez se aproxima más a la de núcleos, de focos, de concentraciones de tensión, tomando la forma un valor positivo, autónomo, con presencia definida en el paisaje, y definiéndose la arquitectura como una forma autónoma que se inserta en la naturaleza junto a otros muchos objetos y cosas. El espacio, a su vez, asume las condiciones que ofrece toda una concepción de la apreciación de la forma que considera la movilidad.
Miguel de Rey
Nuestra cultura se inserta en una posición que implica una situación de crisis con la naturaleza, crisis que pasa por estados muy distintos, en los cuales la aparición de conceptos como lugar o no lugar, lleva implícita la necesidad de entender el concepto y la relación entre arquitectura y territorio. Ofreciendo la existencia de no lugares, de no paisajes, dentro de alternativas de "desterritorialización", como comenta G. Deleuze, apareciendo en nuestro paisaje cotidiano arquitecturas inesperadas, sorprendentes, ajenas al lugar, como esos espacios de la sobremodernidad.
Los espacios del transporte, del consumo, del ocio, donde el anonimato y la amnesia adquieren carácter de naturaleza. Los espacios mediáticos son otras de las experiencias que se nos ofrecen, espacios en los cuales no es importante el aspecto físico, sino que lo que interesa es aquella neutralidad que sea capaz de configurar interiores modificables, transformables, generados en torno a focos de luz o a sistemas de objetos intercambiables.
En la arquitectura de A. de la Sota en sus casas de recreo en Alcudia aparecen los signos tópicos y propios de una cultura de ocio actual. La naturaleza se ha transformado en paisaje, ha tomado un compromiso cultural. El espacio no es finito, se acota, podemos ver el horizonte, pero él está fuera de nuestro lugar limitado y concreto.
Templo de Segesta ubicado en la isla de Sicilia, podría ser considerado un lugar, al entenderse como un territorio culturalmente colonizado y cargado de significados. Concebido para ritualizar un lugar; un templo que se torna necesario para concretar el paisaje, de esta manera, la construcción del templo estabiliza y concreta la definición del lugar.
El concepto de lugar incide sobre la arquitectura, y esta incidencia refleja aquellos procesos de equilibrio precario que existen entre naturaleza y cultura a lo largo del tiempo. Se entiende así al lugar como concepto donde sus cualidades se complementan con el concepto de espacio. De esta manera lo concreto y lo abstracto aparecen en la propia génesis de la arquitectura.
Los lugares de Alcudia o Segesta se entienden con atributos contrarios, se basan en las cualidades de las cosas, del mar, del tiempo libre, de la sustantivación de una colina en un paisaje creado por el propio acto de ubicar el templo en la naturaleza. El lugar se entiende como aquello que fluye en una atmósfera y que se materializa en relaciones concretas entre las cosas, entre los accidentes geográficos, entre el hombre y la naturaleza.
El Panteón en Roma, nos muestra un espacio que participa de la abstracción, que intenta trasplantarnos al mundo de las ideas. Se trata de un espacio lógico, matemático, científico, que se convierte en una construcción mental.
Másivo y ligero, compacto y vacío, estático y dinámico, son maneras distintas de aproximarse a la idea de espacio en arquitectura; entendido el espacio como la materialización de una idea abstracta y genérica, próxima a la idea platónica de espacio. La aproximación a la idea de lugar y el concepto del espacio, nos acercan a la problemática donde se mueve la cultura arquitectónica del S. XX, con sus paradigmas espaciales, con su caracterización apoyada en el lugar.
Centrándose en la búsqueda de un espacio abstracto e ideal, o en todo lo contrario, refugiándose en un cierto organicismo. La forma es así justificada desde el funcionalismo, o la segunda huyendo de un agotamiento expresivo y buscando el carácter en lo vernáculo, en lo físico, o en la historia. Espacio y lugar son los escenarios mentales o físicos, donde se desarrolla una aventura arquitectónica que en cualquier caso intenta no ser estilística y donde la arquitectura se entiende en cualquier caso como particular, bien por su programa, o por el carácter que le imprime el lugar.
El organicismo de F. LL. Wright nos ofrece un punto de partida fructífero para la arquitectura al intervenir sobre una naturaleza artificial, en ese territorio creado por los colonos norteamericanos. Construye en un lugar sin contradicciones y sobre un paisaje creado por la agronomía y la máquina. Incluso en su casa de la cascada aparece una arquitectura clara, rotunda, próxima a la afirmación tecnológica
La tradición norteamericana se aproxima desde facetas distintas a la idea de lugar pero en cualquier caso está presente la idea de colonizar, de crear nuevas colonias que a pesar de la proximidad con la tierra, con lo natural, presentan una cierta contraposición entre arquitectura y naturaleza. Casas como la Kaufmann de R. Neutra en el desierto, donde las luces interiores de las estancias fotografiadas desde el exterior nos muestran la existencia de una vida que se complementa con la figura de una mujer sobre la piscina, en una noche americana sobre el desierto imponente.
La consolidación de la idea de lugar como transformación, enlazando de alguna manera con una cierta visión clásica, se consolida a partir de la conocida metáfora del puente de M. Heidegger: "El lugar no existía antes de la construcción del puente..., se origina a partir del puente" marca decididamente el concepto de lugar
La frase de A. Siza "los arquitectos no inventan nada, solo transforman la realidad", nos sitúa en las coordenadas de la construcción de un lugar, ese lugar que existe en la mente del arquitecto y se genera de la aprensión de imágenes y sensaciones, de voluntades, de historia, de capacidad plástica de lo existente.
La idea de transformación está muy presente en la cultura contemporánea, donde el lugar adquiere la condición de motor, de generador de flujos, en una espera que como dice E. Chillida "el lugar esta esperando a ser modificado“. La casa se convierte así en un lugar existencial, concreto, empírico, definido por unas personas y unas circunstancias, es un lugar en el sentido aristotélico de que "todo cuerpo sensible esta en un lugar"
La idea de lugar, en nuestro momento cultural, cada vez se aproxima más a la de núcleos, de focos, de concentraciones de tensión, tomando la forma un valor positivo, autónomo, con presencia definida en el paisaje, y definiéndose la arquitectura como una forma autónoma que se inserta en la naturaleza junto a otros muchos objetos y cosas. El espacio, a su vez, asume las condiciones que ofrece toda una concepción de la apreciación de la forma que considera la movilidad.
Miguel de Rey
Nuestra cultura se inserta en una posición que implica una situación de crisis con la naturaleza, crisis que pasa por estados muy distintos, en los cuales la aparición de conceptos como lugar o no lugar, lleva implícita la necesidad de entender el concepto y la relación entre arquitectura y territorio. Ofreciendo la existencia de no lugares, de no paisajes, dentro de alternativas de "desterritorialización", como comenta G. Deleuze, apareciendo en nuestro paisaje cotidiano arquitecturas inesperadas, sorprendentes, ajenas al lugar, como esos espacios de la sobremodernidad.
Los espacios del transporte, del consumo, del ocio, donde el anonimato y la amnesia adquieren carácter de naturaleza. Los espacios mediáticos son otras de las experiencias que se nos ofrecen, espacios en los cuales no es importante el aspecto físico, sino que lo que interesa es aquella neutralidad que sea capaz de configurar interiores modificables, transformables, generados en torno a focos de luz o a sistemas de objetos intercambiables.
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